Publicado en Conferencias, Psicología, Radio, salud

Mal de muchos… ¿consuelo de tontos?

     Estamos muy acostumbrados a escuchar este dicho, que viene a significar que una desgracia no es más llevadera cuando todos la padecen, pero ¿qué tiene de verdad? Se puede decir que este refrán está relacionado con la desgracia o consuelo, ya que existen personas que experimentan alivio al saber que no sólo a ellas le pasa una desdicha o infortunio, aunque dichos problemas no sólo no mejoren, sino que afecten a todos.

Es cierto que en terapia observamos con frecuencia que el hecho de saber que uno no es el único que sufre de un problema, tranquiliza notablemente. Incluso una parte del efecto terapéutico de muchos grupos de autoayuda tiene que ver con esto. Pero no sólo lo comprobamos los psicólogos en la consulta, sino muchos padres y profesores, por poner un ejemplo, cuando hijos y alumnos encuentran el consuelo en el hecho de que la mayoría haya suspendido o esté castigada (y no sólo ellos).

black and white boys children curiosity

¿Realmente nos alegramos del mal ajeno?

Esta pregunta me hacían el pasado martes 5 de Junio en Aragón Radio (podéis escuchar aquí mi intervención). Lo cierto es que muchas personas en ocasiones sienten cierta satisfacción cuando los contratiempos le caen al de al lado en vez de a uno mismo. El conocido dicho popular “el muerto al hoyo, el vivo al bollo” alude a ese sentimiento de alivio que experimentamos por no ser nosotros mismos los aquejados por un mal. El mal ajeno nos confirma que nosotros no estamos afectados por él, que lo padece el de al lado. Si no te salen bien las cosas te sientes mal contigo mismo; pero si a los demás les pasa lo mismo o algo peor, generas una sensación de no estar solo y tu bienestar o autoestima pueden experimentar una leve mejoría, ya que no te sientes tan diferente a los demás, como esa persona desgraciada o con mala suerte.

En el alemán encontramos un término que alude más exactamente a este sentimiento. Así, se usa el término Schadenfreude para describir ese regodeo o júbilo que sucede con las desgracias del vecino o para definir lo que sentimos cuando, por ejemplo, pierde nuestro rival o contrincante de toda la vida jugando contra otro equipo, aunque sea una batalla que ni siquiera nos incumbe (como alegrarse por que pierda el Barça o el Atlético de Madrid jugando contra cualquier equipo si somos del Madrid, o al revés).

A veces este fenómeno se acentúa cuanto más próximas o identificadas se sientan las personas entre sí o sientan esa cercanía en determinados aspectos de su vida (belleza, éxito amoroso, familia, bienes materiales, logros profesionales, reconocimiento o estatus social, etc.).

Hay que tener en cuenta que, como integrantes de un grupo social, nos tendemos a comparar entre nosotros y también con otros grupos, lo que puede aumentar las probabilidades de que este fenómeno se dé. Las teorías de la comparación social propuestas por el psicólogo social Leon Festinger en los años 50 defendían que los individuos nos sentimos bajo presión respecto al grupo y para medir nuestra valía y adecuación tendemos a compararnos con la colectividad y hacemos lo que dicta la mayoría. Su colega Henri Tajfel fue un paso más allá creando la Teoría de la Identidad Social, según la cual el modo en que compararnos con “estatus inferiores” nos hace sentir mejor en la medida en que nos crecemos en nuestra autoimagen positiva, al salir ganando en la comparación.

group of people enjoying music concert

¿Es lo mismo que la envidia?

La envidia podría definirse como el deseo por lo que tiene el otro, pero nosotros no, sintiéndonos inferiores en ese sentido. Esto puede llevar a muchas personas a experimentar mucho malestar e incluso sentimientos de odio. En cambio, el placer por el infortunio ajeno viene a ser como una pequeña venganza, consistente en resolver una suerte de situación de indignidad o de injusticia por algo que, a nuestro entender, el otro merece y generalmente elicita emociones menos negativas (menos intensas o duraderas).

¿Lo podemos combatir o corregir?

Como solía decir una gran profesora y psicóloga: todo cambio (racional) es posible. A priori, cabría esperar que personas que gozan de salud y bienestar psicológicos, con buena autoestima y confianza, empáticos, poco competitivos, más centrados en sí mismos que en los demás o más preocupados por trabajar para mejorar su situación en lugar de consolarse con el mal de los demás, con sus necesidades y satisfacciones cubiertas… no encontrarán demasiados beneficios extras en el mal ajeno. Es por ello que trabajando estas competencias, recursos o habilidades se puede reducir la probabilidad de que recurramos al mal de muchos (o de otros simplemente) para consolarnos.

man walking on gray stairs

 

Autor:

Psicóloga - Máster en Terapia de Conducta

Deja un comentario