Niños y adolescentes

        A la hora de abordar los problemas psicológicos, es preciso tener en cuenta el momento evolutivo de cada persona. En el caso de los problemas en la infancia y en la adolescencia, cobra importancia la forma de actuar del entorno social, esto es, el comportamiento de los padres y otras figuras relevantes ante la conducta no deseada. Por eso hay que identificar qué factores han originado y/o están manteniendo el problema. En este sentido, la intervención psicológica muchas veces se dirige a trabajar con el menor y en otras ocasiones se dirige a trabajar con los padres, profesores u otros adultos que puedan estar influyendo en el comportamiento del niño. Los problemas más característicos de la infancia que nos solemos encontrar los terapeutas a lo largo de las diferentes etapas evolutivas suelen ser:

  • Durante el primer año de vida, los problemas tienen que ver con el ritmo de sueño-vigilia, la alimentación, así como dificultades con el cuidado afectivo y físico.
  • En la etapa preescolar (de 1-6 años) las dificultades tienen que ver con el control de esfínteres, ansiedad y miedos (a separarse de los padres, a dormir solo, a la oscuridad, a ir al colegio, etc.), trastornos del sueño (pesadillas, terrores nocturnos, problemas a la hora de acostarse, ninodespertar temprano, etc.), hiperactividad, impulsividad y problemas de atención, problemas de comportamiento (desobediencia, negativismo, demandar demasiada atención, llantos y rabietas, etc.) y otros relacionados con la alimentación.
  • En la etapa escolar (de 6-11 años) nos encontramos con problemas de agresividad, mentiras, robos, intentos de escape (de casa y/o del colegio), dificultades de relación, timidez, bajo rendimiento escolar, fobia social, depresión y problemas de autoestima.
  • En la etapa de la pre-adolescencia (de 12-14 años) nos encontramos con problemas de socialización, agresividad, dificultades escolares, alimentación, insatisfacción con la imagen corporal, etc.
  • En la etapa adolescente destacan los problemas en la conducta alimentaria (anorexia, bulimia, sobre-ingesta compulsiva, obesidad, etc.), falta de hábitos de estudio, conflictos familiares y/o académicos, abuso de sustancias, ansiedad, depresión y conductas antisociales, entre otros.

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